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ZOMBIFICACIÓN EN HAITÍ |
En Haití se encuentran sectas que realizan prácticas de magia negra y que corresponden a la religión del vudú. El jefe espiritual del vudú, si es hombre, será llamado hougan, y mambo si es mujer. Los practicantes de la magia negra son los bokors -hechiceros-.
Como el chamán, el hougan es el realizador de rituales, el iniciador en el conocimiento secreto y en los misterios. Es también un sanador, un exorcista, un adivino; sabe como tratar con las entidades invisibles y entrar en su mundo, puede comunicarse con las almas de los difuntos, se sirve de la energía cósmica y es capaz de dominar poderes extraordinarios.
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Houngan y Mambo |
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"PAPA DOC" |
tontons macoutes
Duvalier se inspiró en la imágen de Barón Samedí, como representación de la nación misma y de las creencias religiosas imperantes en Haití.
Esta película de 1988 es muestra del imaginario de terror en la sociedad haitiana durante el régimen de Duvalier.
El polvo utilizado para la zombificación estaba compuesto a base de drogas que dejaban el cuerpo de la víctima en estado catatónico, pero ¿Qué es "zombificar" a alguien"?.
Los Bokor, al ser la mano maléfica de la magia haitiana, tienen el poder de crear zombies. El proceso sería el siguiente: Por medio de la ingestión de un determinado polvo que suelen mezclar con la bebida; el afectado pierde sus constantes vitales, la muerte parece perfecta pues su estado de catalepsia es absoluto. Todo ello aunado a la situación del país en el que los servicios médicos son insuficientes y que las altas temperaturas hacen que por norma general un cadáver sea enterrado en las 24 horas siguientes a su fallecimiento; todo ello aumenta mucho las posibilidades de enterrar a alguien vivo.
Pasadas 48 horas el efecto de las drogas que el "fallecido" ingirió dejan de tener efecto, por lo cual el zombificado recupera sus sentidos. En ese momento el bokor le desentierra, le alimenta con una pasta de atropina y escopolamina, que son disociadores alucinógenos que impactan sobre los neurotransmisores y las endomorfinas del cerebro. De este modo se asegura que aunque su cuerpo sigue vivo, su mente nunca vuelve a una normalidad absoluta. Los daños cerebrales son tan fuertes que el afectado no tendrá voluntad propia, limitándose a seguir las ordenes del bokor.
El estado zombie resulta evidnete, según afirman algunos testigos, sobre todo en la mirada: " La cara era inexpresiva y la mirada fija. Los párpados blancos, como si los hubieran quemado al ácido, los ojos estabán muertos, como ciegos, carentes de expresión".
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