viernes, 22 de mayo de 2015

Influencia del Expresionismo Alemán en el Cine de Terror

Los primeros ejemplos de terror cinematográfico parte del expresionismo alemán, fruto de las inquietudes sociopolíticas de la Alemania de postguerra. Primeramente El Estudiante de Praga en 1913, de Stellan Rye, largometraje de acentuado goticismo, fue una especie de preparación para posteriormente llegara a las pantallas El gabinete del doctor Caligari en 1919 de Robert Wienne, en la que un manicomio regido por un sabio enloquecido escenificaba el drama de la sociedad germana ante las duras condiciones impuestas por las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial. 




Partiendo de la tradición literaria, surgieron producciones como El Golem en 1920, de Paul Wegener y Karl Boese. Igualmente fue Nosferatu, el vampiro en 1922, de F.W. Murnuau, claramente inspirado en la novela Drácula, de Bram Stoker. Este largometraje mostraba entre los claroscuros el drama de un alma en pena condenada a vivir con la sangre de humanos. La imágen del vampiro fue fácilmente asimilada al cine, tal vez por su ya gran popularidad en europa, aunque no fue el único, ya que el imaginario se siguió llenando de criaturas, como aquellas entre lo humano y lo vegetal, de la cual es ejemplo la cinta Mandrágora en 1928 de Henrik Galeen. 



Dejando un poco el folklore local, Las manos de Orlac en 1925 de Robert Wiene, propinía un relato ezquizofrénico y una extraña relación entre el amor apasionado y las extremidades del cuerpo. 






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